sábado, 14 de enero de 2012

FRANCISCO ESPINOSA


La categoría resistía contra quienes querían sacarla de la ruta, y en esa encrucijada la ACTC se emancipaba.
Se iniciaba un nuevo camino que el tiempo demostraría que era el correcto. Por aquellos tiempos también el equipo oficial Ford, que había dominado a sus anchas en los últimos siete años, decidía retirarse de la actividad, y de tal forma el camino quedaba expedito a los equipos y pilotos privados que, con menos recursos y mayores esfuerzos, pugnaban por un lugar en el firmamento del Turismo Carretera.
Corría 1979 y Francisco Espinosa, el discípulo de Luis Rubén Di Palma, había dejado el Torino de sus inicios para subirse a un Chevrolet que preparaban los eficaces Jorge Pedersoli y Omar Wilke.
Aquel auto no era el más veloz, pero su confiabilidad le permitía al Colo –tal como lo conocían en su Chacabuco natal y como lo adoptó la afición teceísta– era un asiduo visitante del podio. El torneo debió extenderse hasta mediados de los 80, con la finalidad de cumplimentar las 15 carreras de rigor, y si bien Espinosa era el puntero del mismo debía dirimir en el GP sus aspiraciones contra rivales de la talla de Oscar Aventin y Juan Alberto Occhionero, el mismo que tripulaba el mítico 7 de Oro del recordado Roberto Mouras.
Un Dodge y dos Chevrolet luchaban por la corona y el Gran Premio Unión de Cuatro Provincias, que comprendía la ida y vuelta entre Pehuajó (Buenos Aires) y Neuquén, tocando también las provincias de La Pampa y Río Negro, sería definitorio. Las dos victorias del piloto de Chacabuco le daban cierta ventaja, pero las extenuantes rectas y las altas incógnita para la cual el asfalto sureño tenía su respuesta. A poco de comenzar a recorrer el camino, los Chevrolet de Espinosa y Occhionero marcaban la senda hasta que al llegar a tierra pampeana, el Chivo del de Necochea comenzó a penar con la bomba de combustible. Más tarde, al arribar a suelo rionegrino, era Aventin quien padecía con un aro de pistón del motor de su Dodge. Para ese entonces, el Colo era cómodo líder y se imponía en la primera etapa. Pero todavía quedaba la vuelta… Poco antes de la largada, Aventin le aseguró a Espinosa: “vas a ser el Campeón, pero acelera porque yo no pienso aflojar”. La sentencia del de Morón se cumpliría inexorablemente, pero para ello el de Chevrolet sufriría con la temperatura de su motor y el ritmo impuesto por la Dodge. Aventin se quedaba con la segunda etapa, y Espinosa con el GP y el título 1979/1980 que le devolvía a Chevrolet –después de una larga sequía– el mayor halago de coronar al Colo como el cuarto campeón del Chivo en la historia del TC. Su carrera deportiva siguió con un Ford –por exigencia de su patrocinante- y si bien no le dio victorias, en él lució el 1, que legítimamente había ganado.
En 1990 colgó el casco, pero siguió ligado al automovilismo deportivo como Jefe de equipo de su coterráneo Luis Minervino, hasta que tempranamente, a los 53 años, su corazón cumplió la última exigencia.

Debutó con el Torino N°48 el 8 de Noviembre de 1970.Corrió hasta 1974 con el "Toro" y en 1975 se subió a un Chevrolet de una Peña de Valentín Alsina.En 1977 y 1978 participa con el Torino de la Autopeña "Ciudad de Azul" y en 1979/80 se consagra Campeón con el Chevrolet.
Desde que comienza el Torneo 1980/81 y hasta 1985 corre con el Ford ex Sáenz.
En 1986 realiza dos carreras con el 2do. Chevrolet del equipo de los Satriano.
Reaparece,con Chevrolet propio,en 1989 y se retira definitivamente en 1990.

DOS TRIUNFOS, UNA CORONA

Espinosa ganó La Vuelta de Coronel Pringles en 1979 y al año siguiente obtuvo el Gran Premio 4 Provincias, a un promedio de 231,915 km/h. Esas fueron sus únicas victorias en la máxima, que le permitieron alcanzar la gloria en ese particular torneo de años compartidos.

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